Desde que tengo uso de razón siempre me he sentido enjaulada, como una marioneta sin voluntad.
Y por eso he actuado en consecuencia.
Escapar del monstruo que ha sido mi captor durante prácticamente toda mi miserable vida, en la víspera de la noche de los muertos, podría catalogarse como un suicidio… para cualquiera ajeno al infierno que he vivido.
La desesperación puede ser una peligrosa consejera.
Una cabaña en medio del bosque tenebroso de Iron Creek, en un pequeño pueblecito de Montana.
Tres hermanos siniestros, salvajes e inquietantes, que se han convertido en mis salvadores.
¿El precio? Que sea suya hasta que pase Halloween.
Claro, eso si sobrevivo para contarlo.
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