«
Siempre se dijo que las prisas no eran buenas, y es que si Alexandra Catlin duquesa de Argyll no se hubiese vuelto loca por no concebir bebés de manera temprana, su esposo el duque de Argyll no hubiera hecho aquella proposición a su arrendatario.
Un bebé entregado, una prohibición a la hija legítima del duque, un reencuentro con el amor verdadero, y algo de rencor forman parte de esta historia.
«―No mires ―dijo Eleonora.