Susana Maldonado jamás pensó que trabajar en un ancianato le traería muchos problemas. Su jefa constantemente la increpaba, su compañera de labores la odiaba, las enfermeras la mangoneaban y la carga emocional cada vez más pesada. Y, para colmo de males, el arrogante, patán y sexy pelirrojo, nieto de uno de los residentes, desconfiaba de ella. Se hallaba sola, en un país lejano, con costumbres diferentes y luchando a diario para subsistir. Tenía que soportar por el bien de los suyos.
Aidan Fitzgerald detestó a Susana desde el primer momento en que la vio en compañía de su abuelo. La consideraba interesada, bobalicona y simple. Se propuso vigilar a la empleada, siendo esto el motivo de sus discusiones.
Ella era inmigrante.
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